Mal de
amores
Se le
notaba cansada, llevaba varios días en vela, sus ojeras la delataban obviamente.
Al lado de su cama, una lámpara rota, y una caja negra, conteniendo un
periódico viejo, con sus hojas amarillas. Llovía incesantemente.
Podía
notarse su preocupación por la filtración de agua entre sus paredes, esa que dominaba
el ambiente. Era la tarde de un domingo frío y solitario. Maltratada, solitaria
y melancólica, con sus sueños arrastrados por aquel hombre infiel, que se llevó
su felicidad.
En una silla reclinable se encontraba una chaqueta de él, dejada allí
hace tiempo ya, sucia y con mal olor; la apretaba entre su pecho, recordándolo, ansiando su regreso. —
¿Por qué no puedo
recuperarme?— Se preguntaba a cada momento.
Creía que su vida era miserable
ya, cuando recurrió al periódico y vio su portada: “Importante empresario contrae matrimonio con su pareja”.
— ¡Yo debí estar con él en esta
portada!— Se repetía una y otra vez.
Lloraba, lloraba mucho como la lluvia de ese domingo frío y solitario, tan solitario
como su alma.
Su cabello no brillaba como antes, era delgada con
su piel pálida. En un intento desesperado por acabar con su vida, un pequeño
objeto metálico retumbó en su cerebro. Los vecinos enloquecieron y llamaron a
la morgue en cuanto supieron.
Forzaron
la puerta para abrirla, y vieron una
chica muerta, debilucha y pálida, colorada con su propia sangre, y un periódico
en su pecho.
La
autopsia indico mal de amores y exceso de recuerdos…
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